Cantos de sirena

Dicen los pescadores que la mar es caprichosa y celosa de sus amantes.
Yo no se lo que ella sentirá hacia mí, lo que si sé es que cuando llevo una temporada sin visitarla se me va formando un nudo en el estómago que no desaparece hasta que corro a su lado.

Ayer las previsiones de tiempo no eran muy buenas, y la marea no era la mejor. Pero las ganas pudieron con todo.

Tenía ganas de explorar la costa este de Vizcaya. Entre los pueblos de Ondarroa y Lekeitio ( el que no los conozca en su proxima visita a estas tierras que no se los pierda ) se extiende un trozo de costa azotado por el mar abierto, sin apenas refugio.

Cuando la marea está baja el mar deja al descubierto unas planchas de piedra y rocas que va arañando a la costa. Con la subida estas prácticamente desaparecen.

A lo largo de los 12kms hay pequeñas calas medio escondidas y no siempre de facil acceso que utilizan los vecinos de la zona para pescar, marisquear y ,como no, para bañarse y tomar el sol en verano.

Durante el día, con la camara guardadita en el coche me dediqué a visitar las diferentes calas, a charlar con algún pescador y a disfrutar de los rayos de sol que en ese momento decidieron hacer acto de presencia.

Ya después de comer me dirigí a la cala que más posibilidades fotográficas tenía.

Una vez allí, en las dos horas que duró la sesión el clima decidio lugar al perro y al gato. Un tremendo chaparrón dejó paso a unos grandes claros, para luego volver a llover con fuerza y de nuevo más claros.

Eso si, uno es cabezón y allí nos quedamos, bajo el chubasquero, junto al mar.

Como veis mereció la pena, arcoiris, nubes de colores y un día de lo más completito.