
Olvidarse de los colores, dejarse llevar solo por texturas, formas y volúmenes.
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Trazos de luz que van llenando nuestras retinas de color. Vacios que completan la imagen, ausencias que se complementan con destellos, luces y sombras, orden y caos.
Aquí los flisch se forman paralelos a la costa, haciendo que se llenen y vacien de agua de forma progresiva. Justo en la bajamar nos dirijimos a la zona más expuesta al mar, descubriendo bajo nuestros pies un auténtico vergel que pocas veces sale a la superficie.
Todo duró muy poco, apenas dos fotos nocturnas y las emociones a flor de piel ante tal bello espectáculo. Enseguida el mar empezó a reclamar lo que era suyo y tuvimos que retroceder a sitios más seguros.