Aprovechando la luna llena y la bajamar
Arkaitz y yo decidimos hacer unas nocturnas en la zona de la Arnía, cerca de Santander.

Aquí los flisch se forman paralelos a la costa, haciendo que se llenen y vacien de agua de forma progresiva. Justo en la bajamar nos dirijimos a la zona más expuesta al mar, descubriendo bajo nuestros pies un auténtico vergel que pocas veces sale a la superficie.
En el pudimos ver infinidad de vida, que ante la luz de nuestros frontales lucían sus mejores colores. Pequeños camarones con los ojos encendidos cual focos de coches, un tranquilo cabracho con su curiosa coraza o una preciosa estrella de mar, eran algunos de sus habitantes.

Todo duró muy poco, apenas dos fotos nocturnas y las emociones a flor de piel ante tal bello espectáculo. Enseguida el mar empezó a reclamar lo que era suyo y tuvimos que retroceder a sitios más seguros.
Aun así el recuerdo del jardín de Poseidón sigue muy presente, como una de las cosas más fascinantes que he podido contemplar nunca.