Desde que vi las primeras fotos de esta montaña sabía que tenía que ir allí. El Midi dÓssau, sin ser de las montañas más altas , su porte y majestuosidad posiblemente la hacen la montaña más bonita de Pirineos.
Junto con
David Cidre, han sido varios los intentos de organizar una sesión fotográfica en este lugar, pero el clima siempre se había puesto en nuestra contra. Esta vez, a pesar de que el parte del tiempo era un poco variable, no nos lo pensamos y allí nos fuimos.

A la hora de organizar una sesión fotográfica en un lugar así hay una serie de condicionantes que hay que tener en cuenta, y que para la siguiente ocasión iremos mejorando.
La más importante es el peso. Entre el cámara, trípode, tienda de campaña y comida, hace que cualquier kilo de más sea un duro lastre. Aquí la frase de Galen Rowell "menos es más" cobra toda su dimensión.

Arriba habiamos quedado con dos compañeros catalanes,
Esteve Garriga y
Enrique Mariscal, e hicimos tiempo descansando y buscando encuadres.
El cielo parecía prometer, unas nubes con volumen coronaban el Midi y todo parecía presagiar un festín de luz y color.
Según se fué acercando la hora mágica el viento cambió y las nubes se fueron disipando dejando unas condiciones algo más complicadas.

Me acordé entonces de una de las primeras fotos que ví de este lugar y de lo que contaba su autor sobre
ella.

Esta fué la última toma de ese atardecer. Ahora tocaba una buena cena y una mejor conversación entre compañeros como preludio de una grata sesión de nocturnas.