Cielos fugaces

Una vez que pasa el verano parece que el cuerpo ya no pide fotografías de costa. Nos imaginamos que esos cielos de colores son más propios de los días de estío.
Pero muchas veces eso no es así. De hecho los cielos más coloridos que he podido encontrar siempre han sido desde septiembre hasta bien entrado noviembre.
Todas estas tomas, por ejemplo, están realizadas en noviembre. El problema en estas fechas es la incertidumbre. Puedes hacer un largo viaje hasta a localización deseada y volverte de vacío.
El sol en estás épocas se oculta por detrás nuestro, así que muchas veces nos encontraremos que colorea zonas que quedan fuera de nuestro encuadre deseado.
Para ello combiene ir conociendo como se comporta el clima en cada zona. En nuestra cornisa el viento sur con nubes suele augurar cielos de un rojo encendido.
En el caso de esta foto de Lekeitio todo hacía pensar que sería así, pero apenas se tiñeron un poquito las nubes que parecía irradiar la isla de san Nikolas.
Otro problema de estas fechas es la fugacidad del momento mágico. Así como en verano, si has trabajado los encuadres con anterioridad, puedes sacar varias fotos en el momento de máximo apogeo de color, ahora apenas tienes tiempo a realizar un par de tomas. Como podeis ver en estas dos tomas, apenas hay un minuto de diferencia, pero fué lo que duró el fogonazo de color. Un momento de explendor y luego ya un breve recuerdo de lo que fé.
Salir a fotografiar a la costa en estas fechas tiene otra gran virtud. Tienes playa para ti solo.