Pero la madre natura no gusta de poner las cosas tan fáciles y el viento, la lluvia, la nieve, y demás recursos a su disposición hacen de nuestra meta un objetivo a veces quimérico.
En esta búsqueda corremos el peligro de olvidarnos de lo que nos rodea y solo pensar en la meta, como ciegos buscando la luz.
Es el momento de sentarse, apagar la cámara y disfrutar de lo que nos rodea. Sentir el viento que no nos deja hacer la foto que queríamos, disfrutar de esos rayos de sol que no eran los que esperábamos...
Y al final, con las pilas cargadas volver, con fotos o sin ellas pero sabiendo que parte del otoño nos acompaña.
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